¡Aguyjevete!


“Aguyjevete, es un saludo ancestral utilizado para reverenciar a los recién llegados, con las manos extendidas hacia el cielo y con un grito, en distintas partes de la tierra colorada, resuena el mbya guaraní.
Este hermoso idioma es hablado en alrededor de 118 comunidades mbya guaraní a lo largo y ancho de la provincia, sin embargo, algo tan simple como un saludo resulta ser totalmente desconocido para la mayoría de los misioneros, como si se tratara de una lengua muerta o proveniente de algún pueblo situado a miles de kilómetros de distancia.
Tomando esto en cuenta, resulta paradójico que pongamos tanto empeño en aprender y utilizar frases o expresiones propias de otros países con los cuales no nos unen más que relaciones de consumo, como “take away”, “showroom” o “croissant”.
¡Qué distintas serías, Misiones! ¡Qué distinta serias, América! Si apreciaras, afirmaras y defendieras el valor y la riqueza de tu cultura. Podríamos ser un faro que marque el camino hacia la tolerancia y el desarrollo de una interculturalidad que no deje a nadie olvidado en el camino.
Mientras escribo estas líneas, no puedo evitar pensar en mi vida, en la comunidad de Tamandua, en todas las hermosas personas con las que compartí mi crianza ¿Tienen ellos hoy la posibilidad de expresarse? ¿Tienen la posibilidad de poner en ejercicio los derechos que la Constitución Nacional y las leyes acuerdan a todos los argentinos?
A veces no puedo evitar sentirme dolida cuando escucho frases que se refieren a mi pueblo como una subcultura, como si fueran infrahumanos: “son como abejas”, “se reproducen como conejos” términos más propios de los momentos más tristes de la historia de la humanidad, y duele en mayor medida cuando esas frases vienen de personas que ocupan lugares preponderantes en la comunidad misionera.
Tampoco puedo esquivar la mirada cuando noto que se saca del ostracismo a mi pueblo esporádicamente para hacer política, mostrándolos como si fueran una atracción de feria, para luego dejarlos nuevamente en el olvido, siendo más una incomodidad social que un motivo de satisfacción.
Me di cuenta de que, si poco a poco comenzáramos a recordar nuestra esencia guaranítica, a aprender a sentir orgullo de ella, sería más sencillo que los habitantes de los pueblos originarios nos sintamos integrados y, una vez volvamos a tenerlos presentes como personas que viven y existen, tal vez podamos atender a sus necesidades sociales, culturales y jurídicas. Después de todo, cuando la memoria se desvanece, la injusticia encuentra su refugio.”
Hasta aquí lo que me contó Evelyn Jordana, la primera mbya guaraní que se hizo abogada en la provincia de Misiones.
Jordana creció en la aldea Tamanduá, donde aprendió y compartió la cultura junto a su abuelo, el entonces Cacique Dionisio Duarte. A los 18 años, se fue a Posadas a estudiar derecho.
Sus padres, Germino Duarte y Josefa Martinelli, afirman con orgullo que “el sueño de Dionisio era tener una nieta o nieto abogado, que velara por los Derechos de los pueblos originarios. Lamentablemente, la vida no le alcanzo a verlo.
El pueblo guaraní nos puede sonar a muchos del recuerdo de la película “La Misión”, con Robert De Niro y Jeremy Irons, una película icónica de 1986 dirigida por Roland Joffé que narraba la progresiva toma de postura a favor de los indios guaraníes y su cultura de dos misioneros españoles, en el momento en que las misiones jesuíticas estaban a punto de ser destruidas por los tejemanejes entre gobernantes españoles y portugueses (con el beneplácito o duda del Papa de Roma). Al final, como no, todo era destruido, ganaban los malos y muchos indios se convertían en esclavos. Otro proyecto más de hacer un mundo mejor que se fue al garete.
Pues bien, eso es historia, pero también es presente. Los indígenas (mejor: pueblos originarios) en aquellas tierras siguen siendo considerados molestos y usurpadores de tierras, simplemente por negarse a abandonar sus territorios frente al latifundismo agroindustrial que arrasa con todo.
Despreciar al diferente, desechar al que no se ajusta al modelo capitalista de mercado, al que no quiere que su vida y la de sus hijos se centre en la acumulación obsesiva de bienes y experiencias, expulsar al que tiene otro “tempo”, ritmo de vida y otras prioridades vitales… todas estas actitudes son muy habituales con todos aquellos que no se ajustan a nuestro marco de normalidad (o vienen, como los inmigrantes, a revolver nuestra bendita normalidad).
Por cierto, «Jachuka Rete» es su nombre mbya guarani, se lo pusieron sus abuelos en el marco de un ritual ancestral que está vinculado con su personalidad y el momento a partir del cual dispuso de alma. El significado literal de Jachuka es Vaso consagrado a los dioses (lugar o cosa donde ellos pueden depositar dicha).
Publicado hoy (27/06/2024) en el diario «La Verdad» de Grupo Vocento