Opinión

«Canción sin nombre»: La película que saca a la luz el dolor más profundo de una madre

Fragmento extraído de la película «Canción sin nombre» / Observatorio de DDHH de la mujer

La película peruana “Canción sin nombre” que ha sido vista a nivel mundial en decenas de países y que hoy se encuentra vía streaming por Netflix, es una película dirigida por Melina León nos recuerda lo duro que es vivir en el Perú durante la década de los 80, años donde el impacto del terrorismo y de otros problemas sociales calaron profundamente en la sociedad peruana que pese a los años aún siguen estando vigentes.

“Canción sin nombre” es una película peruana que ha sabido cuidar cada detalle, cada ritmo musical y encuadre para lograr un mayor dramatismo. La narración de la historia combina una fotografía impecable, con una interpretación bastante bien lograda. La historia nos relata una cruda realidad que ya por esos años y en aún en la actualidad, se encuentra vigente, el tráfico ilegal de niños recién nacidos. El drama describe dentro de un contexto de pobreza, ignorancia y abandono, el dolor de una mujer que vive en carne propia el drama de perder a su hijo recién nacido. Un problema que además se vuelve más agudo debido a la indiferencia de las autoridades, la falta de acceso a un sistema de justicia y la impunidad por parte de los jueces. Además, destaca el rol del periodismo, el cuarto poder, personificado por un periodista que investiga e intenta descubrir la mafia organizada que está presente en este ilegal negocio y que solo evidencia la punta del iceberg de un gran problema que esconde muchos temas detrás.

La historia relata lo duro que es vivir en nuestro país, historia que aún a la fecha se repite en nuestros días. Una combinación de desesperanza, pobreza, abandono e injusticia. Drama que describe la vida de cientos de mujeres que son engañadas y dentro de la pobreza en la que viven tienen además que afrontar un dolor aún más grande; la pérdida de un hijo al que ni siquiera tuvieron la oportunidad de conocer y acariciar. Un hijo que no ha muerto, que ha sido arrebatado con engaños de sus entrañas y que lo han perdido por siempre.

Al final este film nos recuerda siempre lo duro que es vivir en el Perú, pero que a pesar de la desesperanza; es un país que celebra, que no es triste, que vive profundamente pese a las dificultades.

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