Antonio Navarro, con más de tres décadas de experiencia laboral, comparte su travesía desde la estabilidad como director general hasta la decisión de emprender, llevando consigo un despacho profesional con áreas de ingeniería y construcción industrial.
Entrevistador: ¡Hola, Antonio! Cuéntanos un poco sobre tu profesión.
Antonio: Hola, gracias por tenerme aquí. Llevo cerca de 33 años cotizados, principalmente trabajando por cuenta ajena, hasta los últimos tres años en los que me convertí en autónomo. Actualmente, gestiono un despacho profesional que abarca áreas de ingeniería y mantenimiento industrial.
Entrevistador: ¿Por qué decidiste emprender?
Antonio: Después de muchos años como director general en una gran empresa nacional, siempre tuve la idea de emprender en mi cabeza. Aunque había tenido participaciones en pequeñas sociedades que no salieron bien, la pandemia fue el detonante final. Quería luchar por mis propios sueños, como la famosa frase atribuida a Steve Jobs.
Entrevistador: ¿Cuál sería tu balance como emprendedor?
Antonio: El comienzo es efervescente, como lanzarse a comerte el mundo, pero después llega la travesía en el desierto. Pasas de tener una nómina y apoyo constante a enfrentarte a la realidad de ser tu propio jefe. Es un proceso de reinventarse que, según un consejo que recibí hace ocho años, lleva tiempo, pero con trabajo constante, es posible.
Entrevistador: ¿Ahora vives más tranquilo?
Antonio: Más feliz, sin duda. Quizás no más tranquilo, ya que trabajo igual o más, pero la felicidad y la ilusión son incomparables.
Entrevistador: ¿Qué le dirías a un joven que asciende en una empresa, pero realmente quiere emprender?
Antonio: Que tome una decisión medida, con todo bien pensado, ya que emprender no es fácil. Debe tener una idea de negocio clara y, aunque pueda ser arriesgado, que intente tener todos los salvavidas posibles. A largo plazo, el emprendimiento es muy gratificante.
